Mensaje del director de la Oficina del Ministerio Hispano

Detalle de ‘La escuela de Atenas’ por Rafael en el Museo Vaticano. Platón (izquierda) y Aristóteles (derecha), estudiantes de Sócrates, discuten sobre la manera de conducir una vida buena. (Dominio público)

El filósofo Sócrates afirmó que una vida sin examen no merece la pena ser vivida. ¡Que verdad tan dulce y amarga! Como católicos, somos llamados a un examen de conciencia constante que puede producir alegría y gozo, tristeza y decepción. Nos quedamos alegres y en gozo al ver nuestro crecimiento en la vida de Cristo por medio de la unidad de nuestras palabras y acciones y, a veces, nos sentimos tristes y decepcionados por el crecimiento que nos falta en ciertas áreas de nuestras vidas en camino hacia Dios. Este proceso de autoevaluación es uno que inculca, de forma especial, la unidad dentro de nosotros y la irradia hacia los demás desde nuestro centro por lo que dice la boca y por lo que hace el cuerpo. Es una via que, con la gracia del Espíritu Santo, nos puede reconstruir y unir todo lo que se ha perdido desde la caída de Adán y Eva. Cada examen de conciencia es un vínculo hacia la restauración a la perfección por la caridad hacia nosotros y hacia los demás.

Para este Adviento, el Señor nos llama de nuevo a regresar a nuestro interior y contemplar la luz de Cristo en nuestras vidas. Este domingo, 3 de diciembre, comencemos a tomar un examen de conciencia a diario según las palabras del papa Francisco:

“Esto, lo que dice Jesús – ‘dicen y no hacen’ – y todas las obras que ellos hacen, las hacen para ser admirados por la gente, para aparentar….”

¿Hay cosas que hago en mi vida solo para aparentar? ¿Cuáles son? ¿Qué puedo hacer para cambiar estas costumbres?

“Este es el peligro sobre el que vigilar: la duplicidad del corazón, que pone en riesgo la autenticidad de nuestro testimonio y nuestra credibilidad de personas y de cristianos.”

¿Hay partes de mi vida que no son auténticas y van en contra lo que nos enseña Jesús? ¿Cuáles son? ¿Qué puedo hacer para cambiarlas?

“Recordemos esto: ¡no a la duplicidad! Para un sacerdote, un trabajador pastoral, un político, un profesor o un padre, vale siempre esta regla: esto que dices, que predicas a los otros, comprométete tú a vivirlo primero. Para ser maestros con autoridad es necesario ser primero testigos creíbles.”

¿Cómo sacerdotes, profetas, y reyes, lo que digo y lo que hago es lo mismo?

“El maquillaje es muy común: Se maquillan la cara, se maquillan la vida, se maquillan el corazón… Y estas personas ‘maquilladas’ no saben vivir la verdad. Y muchas veces, nosotros también tenemos esta tentación de la duplicidad.”

¿Hay algo que me maquillo en mi vida personal? ¿Profesional? ¿Espiritual? ¿Pastoral y ministerial?

 

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