Con ocasión de la solemnidad de ayer del Sagrado Corazón de Jesús, en la iglesia central de la Universidad Católica de Roma, se celebró una concelebración eucarística presidida por el secretario general del Sínodo, con monseñor Giuliodori, asistente eclesiástico general. Al final, el cardenal Grech y Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, recibieron el homenaje de la Universidad por dar testimonio de los valores en los que se inspira.
La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús introduce de modo especial en la reflexión sobre la escucha del “corazón de Dios”, para tratar de imitarlo, y sobre el proceso sinodal en curso que pide a la Iglesia, precisamente, que aprenda a escuchar.
La Universidad Católica de Roma celebró ayer esta solemnidad con una concelebración eucarística presidida por el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, quien pronunció la homilía centrándose en la necesidad de “educar” el corazón a la escucha. Junto al purpurado el asistente general del Ateneo, monseñor Claudio Giuliodori.
Entre los presentes en la celebración se encontraba Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación. Tanto el cardenal Grech como Ruffini, al final de la celebración, recibieron sendos homenajes de la Universidad Católica, como personalidades que, con su vida y su compromiso, han dado testimonio de los valores que inspiran al Ateneo.
La vida universitaria laboratorio de sinodalidad
En su homilía el cardenal Grech se dirigió a los jóvenes estudiantes de la Universidad Católica, describiéndolos en la Iglesia de hoy como “una ‘palabra de Dios’ viva que nos interpela”. La experiencia que viven juntos “en el compartir el estudio, en la formación dada y recibida, en la investigación, en el trabajo diario, en la construcción de sus vidas y en el compromiso de estar al servicio unos de otros y al servicio del bien común”, dijo, es la mayor aportación que pueden ofrecer a la Iglesia y a la sociedad. El suyo puede ser también un “laboratorio de sinodalidad”.
Recordó asimismo las palabras de Jesús: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón” y señaló que en la Biblia el corazón “es el lugar de la inteligencia, de la conciencia y de las decisiones. Y por ello, en el corazón y con el corazón sobre todo se escucha”. Pero para escuchar de verdad hay que “educar” el corazón, lo que significa “hacer espacio para Dios y para los demás”, haciendo algunas pausas en el agitado ritmo cotidiano. Hacer espacio para Dios, ante todo en la oración y en la adoración, pidiéndole con audacia cosas grandes. Además, el cardenal Grech añadió:
“Un joven debe sentirse necesariamente llamado a hacer grandes cosas. No sería joven si no lo hiciera. Debemos permitir que los jóvenes sean audaces, que piensen en grande. No podemos hacer otra cosa porque Dios también piensa así para ellos, para su existencia”.
La oración más audaz es pedir un corazón dócil
El ejemplo que el cardenal Grech citó fue el del joven Salomón mencionado en la Biblia. “El nuevo rey se muestra audaz en la oración”, leemos. Salomón pide al Señor un corazón dócil que sepa distinguir el bien del mal. Y “un corazón dócil” significa un corazón capaz de escuchar la Palabra de Dios y, por tanto, dispuesto a cumplir su voluntad, liberándose “de toda resistencia, de toda tentación de huir ante las dificultades”.
La Palabra de Dios encarnada en el Pueblo santo
Pero la Palabra de Dios no sólo se encuentra en las Sagradas Escrituras, sino también prestando “atención a la voz del Pueblo de Dios” y, en particular, a la de los pequeños y los excluidos. “La voz del Pueblo de Dios es un ‘registro’ a menudo pasado por alto por quienes quieren conocer el plan de Dios”, observó el cardenal Grech.
“En los pobres encontramos a Cristo, que es la Palabra encarnado. Si damos espacio y atención a los pobres, en otras palabras, también damos espacio en nuestros corazones a la Palabra”.
Mansedumbre y humildad, los caminos vividos por Jesús
Hay dos caminos indicados por Jesús para tener un corazón capaz de escuchar de verdad a Dios y a los hermanos: la mansedumbre y la humildad. “La mansedumbre es un camino difícil para nosotros”, observó el cardenal Grech, porque la lógica del mundo es opuesta, nos empuja a “vivir todo como competición”, pero es “preciosa ante Dios”. Y es el estilo vivido por Jesús.
La segunda es el de la humildad. Los humildes son “los pequeños”, son los que en la vida se presentan “desarmados”. Y añadió el secretario general del Sínodo:
“A menudo pensamos lo contrario y nos armamos al máximo, cuando entramos en diálogo con alguien, para poder responderle, para defender nuestras posiciones. Pero experimentamos que nuestro corazón en esta ‘carrera armamentística’ no puede encontrar la paz, no puede experimentar una escucha verdadera y auténtica, porque estamos más preocupados por responder que comprometidos en escuchar. En cambio, es un corazón desarmado el secreto de la verdadera sabiduría”.
Escuchar y enseñar a escuchar
“Palabras sencillas pero desafiantes”, mansedumbre y humildad. ¿Cómo vivirlas en la vida cotidiana?, se preguntó el purpurado.
“Mirando a quien tenemos delante y trabajando por él o ella sin reservas, alegrándonos con quien se alegra, llorando con quien llora, poniéndonos al servicio con nuestros músculos y nuestra inteligencia”.
Volviendo a la experiencia universitaria, repitió que “es una escuela de escucha, un taller de auténtica sinodalidad. Un laboratorio de vida”. A continuación, el cardenal Grech exhortó a los jóvenes estudiantes a aceptar hoy la invitación de Jesús a “aprender de él”: aprender “a escuchar y a enseñar el arte de escuchar”.
Y concluyó afirmando que “éste es un aspecto de la misión de las universidades en la vida de la Iglesia: convertirse en una escuela de ‘sinodalidad’, porque es un laboratorio de verdadera escucha, a ejemplo de Jesús, con mansedumbre y humildad”.
Entrega de los homenajes del Ateneo
Al final de la celebración eucarística, el rector de la Universidad Católica, Franco Anelli, presentó los homenajes del Ateneo al cardenal Grech y al prefecto Ruffini, expresando el aprecio y la admiración de toda la comunidad universitaria por las dos figuras elegidas este año. Figuras que encarnan de manera diferente, dijo, los valores que sustentan la propia Universidad: ambos, afirmó Anelli, son ejemplos y guías de nuestro trabajo y comportamiento. A continuación leyó las motivaciones de los dos premios.
Gran capacidad organizativa y gran generosidad
El cardenal destacó su compromiso dentro del proceso sinodal. La gran empresa sinodal requiere una gran capacidad organizativa, confiada a la Secretaría General del Sínodo. A la cabeza de este organismo, profundamente replanteado en los últimos años, el Papa Francisco llamó a una persona particularmente preparada y capaz.
Por tanto, el reconocimiento que el Ateneo de los católicos italianos quiere expresar al cardenal Grech está estrechamente ligado a lo que está haciendo con profundo sentido eclesial y gran generosidad.
En particular, Anelli subrayó su condición de “intérprete autorizado y sabio de la reorganización de la estructura sinodal, que ya no está vinculada sólo a la colegialidad de los obispos, sino cada vez más a la naturaleza sinodal de la Iglesia misma”, en la implicación de toda la comunidad eclesial.
Rigor profesional y humanidad
Al leer las motivaciones del premio otorgado a Paolo Ruffini, Anelli afirmó que la Universidad Católica le rinde homenaje “por sus muchos años de articulado compromiso con la profesión de periodista y comunicador”, combinando siempre “su rigor profesional como periodista y su creatividad artística como director de redes con
su rasgo personal de gran humanidad y constante atención a la construcción de auténticas relaciones personales”.
En su función de prefecto del Dicasterio para la Comunicación, prosiguió diciendo el rector, “ha llevado a buen término la reforma de todo el sistema de comunicación de la Santa Sede, fuertemente deseada por el Papa Francisco desde el inicio de su pontificado”, con la integración de los diversos medios de comunicación de la Santa Sede. La voz del Papa, subrayó, llega así “a una audiencia potencial de más de 800 millones de personas en todo el mundo, dando testimonio de la fuerza universal del mensaje cristiano”.