CLEVELAND — Si bien la pandemia del coronavirus puede haber conducido a un aislamiento debilitante para los católicos, no ha disminuido su hambre por la Eucaristía, expresaron obispos de todo el país.
En una discusión en línea de 45 minutos el 17 de noviembre, los obispos describieron una sed inquebrantable por la Eucaristía, detallando algunas de las medidas extraordinarias que la gente ha tomado para adorar ante el Santísimo Sacramento.
Ellos hablaron sobre el impacto del coronavirus en comunidades de iglesias locales como parte del segundo día de la asamblea general de otoño de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que este año se transmitió en vivo debido a la pandemia.
“El poder del Espíritu Santo vive en los corazones de los fieles”, expuso el obispo David P. Talley de Memphis, Tennessee.
“La gente está expresando un amor y una devoción profunda a la Eucaristía”, agregó el arzobispo John C. Wester de Santa Fe, New Mexico.
En la diócesis de Brownsville, Texas, el obispo Daniel E. Flores habló de las veces que ha llegado a las parroquias y ha encontrado a gente arrodillada afuera, orando por la oportunidad de recibir la Sagrada Comunión y el regreso de las experiencias normales de adoración.
“Esta es una renovación que encuentro, personalmente, muy edificante y una fuente de gran fortaleza”, comentó el obispo Flores.
El obispo Kevin W. Vann de Orange, California, describió la misma escena de personas arrodilladas bajo la lluvia una mañana temprano, esperando que se abriera la Catedral de Cristo.
Las comunidades hispanas se han visto particularmente afectadas por la imposibilidad de asistir a misa y explicó cómo empezará a viajar para visitar pequeños grupos de personas los domingos.
Varios obispos indicaron que tal anhelo por la Eucaristía presenta una oportunidad para que la iglesia comience un nuevo esfuerzo de evangelización y catequesis a medida que la celebración pública de la misa se expande gradualmente y los líderes de la iglesia determinan la mejor manera de alentar a las personas a volver a participar en la vida parroquial.
El obispo James S. Wall de Gallup, New Mexico, describió los desafíos que tiene al ministrar en una diócesis que se extiende a dos estados, en New Mexico y en Arizona, y en la que las reservas de los nativos americanos abarcan el 62% del territorio diocesano. Si bien la cuarentena puede haber disminuido en algunas comunidades, declaró, las reservas permanecen bajo límites más estrictos debido al nivel alto de infección y muerte, lo que impide a los nativos americanos católicos de ir a adorar.
“Yo diría que, si hay una gracia que he visto como resultado de esto, es un mayor amor por la Eucaristía … Creo que esta ausencia de la Eucaristía realmente ha creado un anhelo, un hambre, un deseo en nombre de nuestra gente”, expresó a la asamblea.
La pandemia también le ha dado tiempo al obispo Wall para desarrollar una carta pastoral sobre la Eucaristía, una que va a publicar durante el Adviento o a principios del 2021.
El arzobispo Paul S. Coakley de Oklahoma City, presidente del Comité de Obispos sobre Justicia Doméstica y Desarrollo Humano, abrió la discusión explicando cómo ha visto al Espíritu Santo trabajando entre líderes laicos, clérigos, religiosas, y organizaciones parroquiales para continuar con varios ministerios.
Describió una “nueva conciencia de que necesitamos ser una iglesia más evangelizadora”.
Otro prelado, el obispo auxiliar Robert E. Barron de Los Ángeles, presidente del Comité de Evangelización y Catequesis de los obispos, sugirió que se desarrolle una campaña nacional para alentar a las personas a que traigan a alguien más con ellos, cuando puedan regresar a la misa regular.
En todo el país, la pandemia ha llevado a los líderes diocesanos a ayudar a las parroquias a adoptar nuevas tecnologías para la transmisión en vivo de la misa, mantenerse en contacto con los feligreses, en particular con los ancianos, y aprender cómo ayudar a las personas a acceder a alimentos y otras necesidades básicas.