Invocando al Espíritu Santo y la intercesión de todos los santos, los cardenales inician el cónclave

Los cardenales en la Capilla Sixtina antes del comienzo del cónclave el 7 de mayo, 2025. (CNS foto/Vatican Media)

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Invocando la ayuda del Espíritu Santo y reconociendo que millones de personas en todo el mundo oraban por ellos, 133 cardenales entraron en la Capilla Sixtina con un objetivo singular: elegir “un pastor digno” para la Iglesia universal.

El cardenal italiano Pietro Parolin, el cardenal de mayor rango entre los electores, dirigió a los cardenales en oración a las 4:30 p.m. del 7 de mayo en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, a poca distancia de la Capilla Sixtina.

“Toda la Iglesia, unida a nosotros en oración, invoca sin cesar la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido por nosotros un Pastor digno de todo el rebaño de Cristo,” les dijo.

“Que el Señor dirija pasos por el camino de la verdad, para que, por intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, hagamos siempre lo que le agrada,” rezó el cardenal.

Detrás de los monaguillos que llevaban una cruz y velas, los sacerdotes que asistían a los cardenales se dirigieron hacia la Capilla Sixtina. Los cardenales, que caminaban de dos en dos, les siguieron en orden inverso a su rango en el Colegio Cardenalicio. El cardenal de India George J. Koovakad y el cardenal italiano Fabio Baggio, cardenales diáconos creados por el Papa Francisco en diciembre, fueron los primeros cardenales en cruzar el umbral de la capilla.

Sólo los cardenales menores de 80 años podían entrar en el cónclave, pero aun así fue el mayor grupo de cardenales electores jamás reunido en la historia. En 1975, San Pablo VI estableció un límite de 120 cardenales electores y dictaminó que los cardenales mayores de 80 años no podían entrar en un cónclave. Cuando murió en 1978, 111 cardenales eligieron al Papa Juan Pablo I; también hubo 111 electores en el cónclave de 1978 que eligió a San Juan Pablo II. Cuando murió en 2005, 115 electores eligieron al Papa Benedicto XVI y cuando renunció en 2013, también hubo 115 cardenales en el cónclave que eligió al Papa Francisco.

El 30 de abril, el Colegio Cardenalicio afirmó el derecho de todos los 133 cardenales electores a participar.

Al entrar en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del Papa Francisco, el cardenal Koovakad y los demás cardenales de las iglesias católicas orientales vestían el “hábito coral” de sus tradiciones. Los cardenales de rito latino vestían sotana roja con un roquete blanco encima, una mozzetta (una capa corta), sus cruces pectorales, un zucchetto (solideo) y una birreta – el sombrero rojo de tres picos que recibieron cuando fueron nombrados cardenales.

Los cardenales electores iniciaron su camino hacia la Capilla Sixtina entonando las letanías de los santos, que comenzaban pidiendo a Dios que se apiadara de ellos. Luego invocaron a los santos, arcángeles y antiguos profetas bíblicos para que rezaran por ellos. Imploraron la ayuda de Cristo, pidiendo su misericordia y protección. También rezaron por todos los que han muerto y aquellos amenazados por el hambre y la guerra.

Los cardenales pidieron a Dios que dé paz al mundo, que “conforte e ilumine” a la Iglesia, ayude a los cristianos a reconciliarse entre sí y conduzca a todos los hombres a la verdad del Evangelio.

Una vez en la capilla, invocaron la ayuda del Espíritu Santo cantando el antiguo himno “Veni Creator Spiritus” (“Ven, Espíritu Creador”).

A continuación, los cardenales provenientes de más de 70 países juraron que, si eran elegidos Papa, cumplirían fielmente el ministerio de pastor universal de la Iglesia y defenderían los derechos y la libertad de la Santa Sede.

También juraron solemnemente seguir escrupulosamente las reglas para la elección de un Papa y mantener en secreto los resultados de las votaciones, a menos que tengan permiso expreso del nuevo Papa para revelar detalles.

Tras recitar juntos el juramento, cada cardenal se acercó al Libro de los Evangelios, puso su mano derecha sobre él, dijo su nombre y juró en latín diciendo: “Que Dios me ayude y estos santos Evangelios que toco con mi mano.”

El Libro de los Evangelios estaba abierto por la página de Mateo 4,12-23, en la que Jesús llama a sus primeros discípulos.

El cardenal Parolin fue el primero en prestar juramento, seguido de los cardenales por orden de rango, terminando con el cardenal Koovakad.

La parte de la ceremonia transmitida en vivo por Vatican Media terminó con el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas papales, diciendo: “Extra omnes,” ordenando salir a todos los que no estaban autorizados a permanecer en la habitación. La ceremonia duró unos 75 minutos.

Sin embargo, el cardenal Raniero Cantalamessa, de 90 años, predicador jubilado de la casa pontificia, se quedó allí. Antes del cónclave, los cardenales lo habían elegido para dar una meditación “sobre los problemas a los que se enfrenta la Iglesia” y “la necesidad de que actúen con recta intención en la elección del Romano Pontífice.”

La media de edad de los 133 cardenales era de algo más de 70 años, ligeramente inferior a la edad media de los electores que participaron en el último cónclave, en 2013, cuando la media de edad rozaba los 72 años.

Entre los cardenales que entraron en la Capilla Sixtina había diez estadounidenses: Los cardenales Raymond L. Burke, prefecto jubilado de la Signatura Apostólica; Blase J. Cupich, de Chicago; Daniel N. DiNardo, arzobispo jubilado de Galveston-Houston; Timothy M. Dolan, de Nueva York; Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida bajo el Papa Francisco; Wilton D. Gregory, arzobispo emérito de Washington; James M. Harvey, arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma; Robert W. McElroy, de Washington; Robert F. Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos bajo el Papa Francisco; y Joseph W. Tobin, de Newark, Nueva Jersey.

 

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