El Papa en el Ángelus: No permanecer
indiferentes ante la corrupción

El Papa Francisco besa a un niño al salir de su audiencia general en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 21 de septiembre de 2022. (Foto CNS/Paul Haring)

Ser creativos en el hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio. Es la enseñanza que el Papa Francisco destaca del Evangelio del día, que hoy presenta una parábola “un poco difícil de comprender”.

Asomado, como cada domingo, a la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano para rezar el Ángelus a la Madre de Dios con los peregrinos, el Sumo Pontífice meditó sobre la historia de corrupción que Jesús cuenta a sus discípulos: “un administrador deshonesto, que roba y después, cuando es descubierto por su amo, actúa con astucia para salir de esa situación”. ¿En qué consiste esta astucia – él es un corrupto – y qué quiere decirnos Jesús?, preguntó Francisco. El administrador deshonesto – explicó el Papa “no se da por vencido, no se resigna a su destino y no se hace la víctima”. Busca una solución, es “ingenioso”.

“Jesús se inspira en esta historia para lanzarnos una primera provocación: «Los hijos de este mundo -dice- son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (v. 8).”

Sucede que, tal como dijo el Santo Padre, quien se mueve en las tinieblas, según ciertos criterios mundanos, sabe salir adelante incluso en medio de los problemas, sabe ser más astuto que los otros; sin embargo, los discípulos de Jesús, es decir, nosotros, a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades (cfr Evangelii gaudium, 24).

“Pienso en los momentos de crisis personal, social, pero también eclesial: a veces nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo.”

Jesús, sin embargo, dice que “se podría también ser astutos según el Evangelio, ser despiertos y atentos para discernir la realidad, ser creativos para buscar soluciones buenas, para nosotros y para los otros”.

El Maestro ofrece también “otra enseñanza”, precisó el Obispo de Roma. La astucia del administrador consiste en “hacer un descuento a los que están en deuda, y así se hace amigo de ellos, esperando que puedan ayudarle cuando el amo le eche”. Antes acumulaba las riquezas para sí mismo, ahora las usa para hacerse amigos que puedan ayudarle en el futuro. En el mismo camino: robar, ¿no? Y Jesús, entonces, nos ofrece una enseñanza sobre el uso de los bienes: «Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas» (v. 9).

“Para heredar la vida eterna no es necesario acumular los bienes de este mundo, lo que cuenta es la caridad que habremos vivido en nuestras relaciones fraternas. Esta es la invitación de Jesús: no uséis los bienes de este mundo solo para vosotros mismos y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad y ejercer el cuidado hacia los más débiles.”

El Santo Padre constató que también hoy en día hay historias de corrupción como la que el Evangelio nos cuenta: conductas deshonestas, políticas injustas, egoísmos que dominan las elecciones de los individuos y de las instituciones, y tantas otras situaciones oscuras. Pero a los cristianos – dijo – no se nos permite desanimarnos o, peor aún, dejarlo pasar, permanecer indiferentes.

“Al contrario, estamos llamados a ser creativos en el hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes de este mundo -no solo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido del Señor- no para enriquecernos a nosotros mismos, sino para generar amor fraterno y amistad social. Esto es muy importante: con nuestra actitud, generar amistad social.”

Así, con estas reflexiones, el Santo Padre invitó a rezar a María Santísima para que nos ayude a ser como ella, “pobres en espíritu y ricos de caridad recíproca”.

Tras rezar el Ángelus, el Santo Padre dio gracias a Dios por el viaje a Kazajistán, realizado en días anteriores, y dijo que hablará de él en la Audiencia General del próximo miércoles. También se refirió a los enfrentamientos entre Azerbaiyán y Armenia, expresando su cercanía espiritual a las familias de las víctimas y exhortando a las partes a respetar el alto el fuego, con vistas a un acuerdo de paz.

Pidió – como lo viene haciendo desde el inicio de la guerra- por el martirizado pueblo ucraniano, y también por la paz en cada lugar de la tierra asolado por la guerra.

En el corazón del Papa también los habitantes de Las Marcas, en Italia, región que se vio afectada por violentas inundaciones, con la seguridad de sus oraciones por los fallecidos y sus familias, los heridos y los que han sufrido graves daños.


El Papa: Constituyámonos en estado permanente de misión

 

Recibiendo a cerca de mil quinientos peregrinos de la Diócesis de Alejandría y a confirmando y confirmados de la Diócesis de Spoleto-Norcia, el Papa recuerda el legado de San Pío V: sus enseñanzas – dijo, entre otras cosas – invitan a ser buscadores de la verdad.

Ciudad del Vaticano

Fueron cerca de mil quinientos los peregrinos de la Diócesis de Alejandría y los chicos confirmandos de la Diócesis de Spoleto-Norcia, los que el Santo Padre Francisco recibió en este sábado 17 de setiembre. El Papa quiso dirigirse a ellos de forma separada, primero a los peregrinos y luego a los niños. Recordó, ante todo, las enseñanzas del Papa San Pío V, único Papa piamontés nacido en Bosco Marengo, actual territorio de la Diócesis de Alejandría cuyas enseñanzas, dijo, invitan a ser “buscadores de la Verdad”.

“Jesús es la Verdad, en un sentido no sólo universal sino también comunitario y personal; y el reto es vivir la búsqueda de la verdad hoy en la vida cotidiana de la Iglesia, de las comunidades cristianas.”

Si esta búsqueda se realiza a través del discernimiento personal y comunitario “a partir de la Palabra de Dios”, hace que una comunidad crezca en un conocimiento cada vez más íntimo de Jesucristo, de modo que Él se convierte “en el fundamento de la vida comunitaria”, afirmó Francisco.

A continuación, el Santo Padre hizo presente que la Palabra de Dios “cobra vida especialmente en la celebración eucarística”, y que, por lo tanto, resulta necesario “hacer el mayor esfuerzo para que la celebración eucarística se convierta realmente en la fuente de la vida comunitaria”.

“Después de haber tocado la Carne Eucarística de Cristo, la comunidad evangelizadora es enviada y se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, acorta las distancias, se rebaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo.”

Por último, recordó el compromiso de San Pío V de recomendar la oración, en especial el Rosario, que constituye “base e impulso para la acción misionera”. E hizo presente que los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración: “los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles dan la imagen de una Iglesia en movimiento, una Iglesia laboriosa, que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera”.

Caminar juntos en la renovación pastoral de su diócesis, que en los próximos días iniciará la constitución de las Unidades Pastorales, fue la invitación final del Pontífice, que pidió que todas las comunidades se aseguren de poner los medios necesarios para avanzar en el camino de la conversión pastoral y misionera, “que no puede dejar las cosas como están”.

“Ahora no necesitamos una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en estado permanente de misión”.

Dirigiéndose luego a confirmandos y confirmados, el Papa destacó lo hermoso del camino del Sacramento de la Confirmación, que “revive la experiencia de los primeros discípulos de Jesús”. La confirmación, “confirma el Bautismo”, dijo. Y la vida cristiana “es una casa que se construye sobre los cimientos del Bautismo”. Haciendo la voluntad de Dios, poniéndola en práctica en nuestra vida, es como se entra “en el Reino de los Cielos”, les recordó.

Antes de bendecir una piedra de la antigua Abadía de San Eutizio llevada por los chicos que la colocarán “como símbolo de su reconstrucción”, el Pontífice quiso bendecir también a cada uno de ellos “para que se conviertan en una piedra viva para construir la comunidad cristiana”:

“Ser piedras vivas: esto es posible con la fuerza del Espíritu Santo, que en la Confirmación los confirma como bautizados, hijos de Dios y miembros de la Iglesia.”

Bautismo y piedra, piedra viva – concluyó Francisco, alentándolos-. Adelante con esto: ¡construir la casa sobre la roca!

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