El Lunes de la Octava de Pascua, el mundo recibió las noticias del fallecimiento del papa Francisco. En nuestra diócesis, los feligreses se reunieron al mediodía en memoria del difunto pontífice para la misa celebrada por el obispo Barry C. Knestout en la Cathedral of the Sacred Heart en Richmond.
La lectura del Evangelio, según San Mateo capítulo 28 versículos 8-15, relató el complot de los sumos sacerdotes quienes negaban la resurrección al difundir la historia de que el cuerpo de Jesús había sido robado durante la noche por sus discípulos. El obispo Knestout dio una reflexión en su homilía sobre la incredulidad.
“Cuando alguien a quien conoce y ama fallece, la noticia puede ser alarmante, incluso si sabía que estaba en peligro de morir,” expresó el obispo. Al empezar de su homilía, él también dio gracias a “la comunidad de fe hoy unida en oración.”
Como cristianos, continuó el obispo, sabemos que “con la muerte llega la promesa de un nuevo renacer.” Citó el Salmo capítulo 90 versículos 10-12: “Setenta son los años que vivimos, los más fuertes llegan hasta ochenta.”
“El papa Francisco vivió hasta los 88 años; sin duda fue un hombre fuerte y de fe firme,” dijo el obispo.

Dave y Joanie Evans, feligreses de St. Edward the Confessor en Richmond, se sentaron en la primera fila durante la misa.
“Sentí una necesidad tan profunda de orar por nuestro papa y por el descanso de su alma. El papa Francisco fue el pontífice que más me habló al corazón,” dijo Joanie con lágrimas en los ojos. “Estoy muy triste por su partida. Es muy duro ver partir a nuestro guía espiritual.”
Joanie dijo que su hermana falleció de cáncer del seno un mes después de la elección del papa en 2013, y que el calor humano y la alegría del papa Francisco fueron para ella un faro de esperanza en un tiempo de duelo personal.
El obispo Knestout dijo que la esencia pastoral que tiene un párroco humilde y sencillo le venía naturalmente al papa. Su actitud hacía sentir bienvenidos a todos. La sinodalidad, añadió, fue un aspecto clave de su pontificado: “Nos llamó a acompañarnos los unos a otros con un corazón atento.”

Andrew Parkinson también asistió a la misa. Fue confirmado en la Vigilia Pascual en St. Joseph en Richmond apenas dos días antes.
“Al escuchar que el papa había muerto apenas despertándome esta mañana … fue algo muy alarmante,” comentó Parkinson. “Nos espera un tiempo muy interesante y a la misma vez bastante ocupado. Le pido a Dios que el próximo papa sea un buen pastor.”
Mary Jo Kelly, feligresa de muchos años en la catedral, expresó su tristeza y a la misma vez su gozo al salir de la misa.
“Celebro su partida, porque creo que Cristo lo quería cerca de Él,” dijo. “Fue un hombre increíble.”
