Durante esta Cuaresma, la parroquia del Sagrado Corazón experimentó el 22 de marzo una jornada profundamente transformadora con la celebración de la primera reconciliación para 81 niños del programa de educación religiosa. Fue un día colmado de oración, alegría y del amor palpable de Dios.
Alex, integrante del grupo, expresó: “Fue una experiencia maravillosa de amor, fe y alegría. El Espíritu Santo tocó nuestros corazones. Gracias por tomarnos en cuenta para acompañar el retiro.”
Mireya, catequista voluntaria, dijo: “Sentí una paz inexplicable … esa tranquilidad solo puede venir de Dios.”
Uno de los momentos más especiales fue el rosario vivo, en el que los niños, con vestuarios, escenificaron los misterios gozosos con ternura y devoción. Rosita, catequista, dirigió el canto de “Ave, ave, ave María” con el coro infantil. Los niños rezaron en español, guiados por sus catequistas, y sus padres hispanohablantes los escuchaban conmovidos y orgullosos desde las bancas.
Durante el retiro, se proyectó un documental sobre la elaboración de hostias eucarísticas en Yucatán, México, producido por religiosas, una de ellas originaria de El Salvador.
Una niña exclamó: “¡Yo pensaba que el Padre las compraba en una tienda de dulces!”
Otro niño dijo con emoción: “¡De El Salvador! ¡De ahí son mis papás!”
Estos momentos no solo ofrecieron aprendizaje, sino también una conexión viva con sus raíces culturales y su fe.
La jornada estuvo llena de testimonios sinceros. La catequista Gloria compartió haber escuchado: “Oramos frente a una cruz muy bonita,” percibió en los niños un sentimiento profundo de paz interior.
Otros testimonios también tocaron profundamente los corazones de quienes asistieron: “Cantamos y jugamos con la hermana Rosa. ¡Eso me gustó mucho!”
Un papá voluntario comentó que no sabía cómo se elaboraban las hostias y se mostró muy interesado. Una madre dijo que su hijo no había vivido algo así. Notó una diferencia en la emoción con la que su sobrino volvió a casa. Una niña le dijo a su mamá: “Yo puedo platicar con Dios.”
Ligia, catequista, lo resumió así: “Todo fluyó en paz porque confiamos en Dios. Me gustó que comenzáramos el día con un desayuno comunitario. Aunque breve, nos ayudó a poner la jornada en sus manos.”
Nuestros sacerdotes acompañaron con cercanía y misericordia cada confesión, haciendo posible que los niños vivieran con alegría su primer encuentro con el perdón de Dios. Estuvieron presentes el padre jesuita Shay Auerbach párroco de Sagrado Corazón, Richmond; el padre jesuita Josué Salguero, vicario parroquial; el padre jesuita Donald Ward, sacerdote senior; y el padre Jonathan Goertz, párroco de Nuestra Señora de Lourdes, Richmond.
El padre Shay elogió el evento con una frase que hizo sonreír a todos: “Fue todo un éxito, una maravilla de organización. ¡Mejor que un reloj suizo!”
Ruth, catequista, cerró con una verdad sencilla y profunda: “Así es nuestra fe. Cuando nos unimos, todo es posible.”
Como directora de Educación Religiosa de la Parroquia del Sagrado Corazón, solo puedo decir: ¡Gracias, Señor, por este momento de gracia! Que esta experiencia inspire a toda la comunidad a vivir la Cuaresma con más oración, unidad y apertura a la gracia divina.