BUENOS AIRES (OSV News) — El clero católico de México ha pedido una tregua el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, y el día de Navidad, mientras la violencia criminal asola el país y el clero que trabaja en regiones conflictivas se ve amenazado.
El obispo auxiliar de Ciudad de México, Francisco Javier Acero Pérez, instó a la tregua, diciendo en un foro de discurso para líderes católicos el 5 de diciembre en la Universidad Panamericana: “Podemos mostrar al mundo que, por medio de la Virgen de Guadalupe, y por medio de esta profunda creencia de todo el pueblo, todos podemos hacer una tregua de paz, todos podemos dejar la comunicación hostil y dejar también las armas por un día y que a partir de ese día veamos cómo podemos empezar a vivir la paz en nuestro país.”
“Exactamente son días en donde necesitamos reflexionar para a partir de ahí tener un año 2025 más lleno de fraternidad y de paz y mostrar al mundo cómo estamos unidos y también cómo nos ayudamos para que ya cese todo tipo de violencia en todos los actores de la sociedad,” agregó el obispo.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se unió al llamado de tregua de la Arquidiócesis Primada de México y pidió la intercesión de la Virgen de Guadalupe y del Niño Jesús por las numerosas víctimas de la violencia en México, incluyendo a las familias que buscan a sus familiares desaparecidos, a los migrantes y a “aquellos que viven en situación de vulnerabilidad.”
“En un país donde la violencia ha dejado dolorosas cicatrices en las familias y polarización entre los actores sociales, esta propuesta invita a reflexionar y actuar en favor de la reconciliación, el respeto y la dignidad humana,” dice la declaración de los obispos del 9 de diciembre.
“Que estos días de fe y devoción sirvan para demostrar que la paz no solo es posible, sino necesaria,” dijeron los obispos.
El pueblo mexicano a su patrona cada 12 de diciembre con peregrinaciones por todo el país. Se espera que más de 12 millones de peregrinos lleguen en los días previos a las celebraciones en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en el norte de Ciudad de México, el santuario mariano más visitado del mundo y el lugar donde María se apareció ante San Juan Diego en 1531. La devoción a la Virgen es profunda en México. Y muchos mexicanos – incluso los que no son católicos – se llaman a sí mismos “guadalupanos.”
La fiesta de 2024 llega en medio de la incertidumbre en México. El presidente electo Donald Trump ha amenazado con imponer sanciones económicas paralizantes a las exportaciones del país y ha prometido deportar a millones de migrantes que se encuentran ilegalmente en Estados Unidos, incluidos muchos mexicanos que se dirigieron al norte huyendo de la pobreza y la violencia.
La paz también ha sido esquiva en México, donde la represión de los cárteles de la droga en los últimos 18 años se ha cobrado cientos de miles de vidas y ha dejado más de 100.000 desaparecidos.
Los líderes políticos de México se han peleado por esbozar una estrategia de seguridad y ceñirse a ella. La presidenta Claudia Sheinbaum y su predecesor y mentor, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, siguen culpando de la violencia a una decisión de 2006 de un feroz oponente político, el entonces presidente Felipe Calderón, de enfrentarse directamente a los cárteles de la droga con la fuerza militar.
López Obrador hizo campaña en 2018 con el lema “abrazos, no balazos,” en el que el Estado no se enfrentaba directamente a los grupos criminales, aunque la estrategia estaba mal definida y la tasa de homicidios se mantenía obstinadamente alta. Sheinbaum ha manifestado su preferencia por el uso de la cooperación entre policías y soldados, algo que, según los analistas de seguridad, provocará más enfrentamientos.
La violencia ha golpeado cada vez más a la Iglesia católica. México, por su parte, sigue siendo uno de los países con más asesinatos de clérigos católicos.
Al menos 10 sacerdotes fueron asesinados durante la presidencia de 2018 a 2024 de López Obrador, según un informe del Centro Católico Multimedial, que rastrea la violencia contra la iglesia.
El informe anual 2024 del centro encontró que otros 10 sacerdotes y religiosos habían sido víctimas de violencia; que aproximadamente 900 intentos de extorsión y amenazas de muerte se hicieron contra los miembros de la Iglesia católica; y que dos sacerdotes permanecen desaparecidos desde 2012. Al menos 26 iglesias fueron asaltadas, atacadas o profanadas.
El sacerdote indígena, el padre Marcelo Pérez fue asesinado en octubre tras celebrar Misa en el sur del estado de Chiapas. Había recibido amenazas de muerte por su labor de acompañamiento a las víctimas de la violencia y por enfrentarse a poderosos agentes no estatales en comunidades asoladas por la violencia.
“Su asesinato no fue circunstancial, ni ‘daño colateral,'” afirmó el informe. “Reflejó que su acción pastoral y actividad en pro de los derechos humanos fue incomoda a quienes le segaron la existencia.”
El director del centro, el padre paulino Omar Sotelo, declaró a los medios de comunicación el 9 de diciembre que los sacerdotes suelen desempeñar un papel estabilizador en sus comunidades. Su labor en favor de los oprimidos y la disposición de algunos a hablar proféticamente frente a los abusos de los derechos humanos es vista “como cierta competencia” por los grupos criminales, dijo.